sábado, 14 de marzo de 2009

No me verás caer




Todos siempre hablaron de vos. Ese pibe flaquito que Héctor Veira colocó cual renovación para un plantel de glorias anteriores que gritaba por recambio.

Ese jugador 5-8-10 que ya no existe. Despertaste antinomias más que cualquier otro jugador en tu década deportiva, a veces entendibles y generalmente exacerbadas, cíclicas y planificadas. Pero siempre tocamos de oído, testigos de informaciones siempre maquilladas.

Sos el verdugo Román: no te adaptaste en Barcelona a tu posición natural de volante por izquierda, guerreaste con Manuel Pellegrini en Villarreal- que dirigió dos años acá y es distinguido con un vómito de denominaciones que nos encanta exagerar- y la institución pisó irrespetuosa la final de la prestigiosa Liga de Campeones; ah cierto erraste el penal que los depositaba en ella: Culpable, culpable, culpable.

En Boca, tuviste de amigos al Chelo, Traverso y hoy ese puesto lo cubre un tal Negro Ibarra. Pero no es así, decidís mal, debes rebalsar tus vínculos, así lo piden los correctos que están lejos tuyo.

Quisiste expulsar al jugador nacido en el club Julio Cáceres, estás peleado con Morel Rodríguez, con Palermo no hay comunicación, echaste al multicampeón Caranta, no quisiste que Guillermo venga como DT ni que Cascini llegara como Manager, ahora estás cruzado con tu papá futbolístico Carlos Bianchi, los refuerzos te los consultan a vos mediante asambleas populares y por si no bastara eso, corriste 30 metros para agredir a un joven pulcro y cándido, de esos que acuden a los palcos y sostienen una parte de la economía del club. No hay otra, el exterior acierta cuando dice que sos conflictivo.

Estableciste una monarquía en Boca, contestas seco y directo al prosti-periodismo, casi nunca hablas sino es por tu cercano Sergio Gendler, y ahora te enfrentaste a Dios.
No nene, la soberbia te inundó, con Diego no.
Como toda religión, el fanatismo hacia él arrastra a miles y los afiebra. Y hoy es una época en que todos los castigados connacionales urgen de abrazarse a algo, una imagen, una foto, un referente. Así construyen un ídolo, un mito demasiado intangible. Y obvio tenía que ser Maradona “si es el mejor de todos los tiempos”, y las poblaciones se alimentan con el fútbol o se distraen, que es más trágico.

Le embarras la cancha, le hablas de códigos, ¡a él! Ay Román, algo falla en vos. Porqué te plantas con tus valores, porqué te expulsas de un mundo que hoy dominan los íconos que las modas imponen: Fer Gago, Kun, Lio. Porqué te recluís en la familia-amigos, porqué seguís retrucándole al Técnico de la Selección por todos los multimedios como lo hace él, porqué te haces odiar aún más por el “mundo futbolero”: players que matarían por estar en tus botines, en una planilla de AFA con tu nombre y apellido, o en tu brazo derecho cuando llevaste la cinta de capitán, símbolo que luego le cediste al mejor de todas las épocas para no irrespetar su divina historia y existencia.

Los informantes del deporte que reptan por mucho menos que treinta monedas, no se sacian completamente con tu carne, quieren más y les piden más desde arriba. Y vos no contestas, provocando un encono extremadamente vasto: tu hermano se autosecuestró hace unos años, abandonaste la selección tan sólo por preservar la figura materna, huiste de una de las concentraciones de “José” al morir el padre de un amigo. No paras, alimentas cada día a la muchedumbre mediática que vaciada de principios y primicias rasca entre las napas algo que servirse.

Y la culpa es sólo tuya, si tan sólo fueses diferente como dentro del verde césped. Acomodate a ellos, negocia, sé histriónico y querible como el neo-héroe riverplatense. Pero no. Decidiste bancar tu esencia, la mirada pueril y baja, como deseando regresar a los torneos de penales en San Fernando.

Ya con 30 encima, te metiste con el as de espadas nacional, siendo vos un 7 bravo en su estructura acostumbrado a ser único eje en los planteles que integraste. Como reza el vox populi “no creíste que podías competir o alternar y te rendiste”, o “se acabó tu capa protectora” dicen socarronamente los leales al rey.

La decisión no retrocede, el noviazgo se truncó por no soportar que ella sedujera a todos. El tiempo de la reconciliación ya es un pretérito que siempre vas a extrañar. La revancha mundial abruptamente se desvaneció. Hoy sos el Verón del 2002 o el Maradona del 82, pero obvio, para nadie es redituable recordar esos fusilamientos mediáticos.

Pusiste los valores por sobre lo más elevado del fútbol argentino. El maquillado patriotismo ciudadano te juzgará con el mismo código penal que quiere ganar sin medir costos: No Román “la titular es la camiseta”. Y vos lejano de la demagogia te apartaste.

El 10 más ganador de Boca afuera, sin que nadie directamente lo quitara del camino, sólo le indicaron como querían que se parara sobre él. Y rápido de ideas Román no tranzó.

Desagradecido, héroe, verdugo, apático, consecuente, particular, conflictivo; la ráfaga de calificativos continuará derramándose en esa espalda ya gastada de tanto manoseo bancado. Pero tranquilo JR, si fueses común y abundaras no se colgarían de tu camise
ta cada semana.

Sábado 14-03-09

1 comentario:

  1. "caramelos, caramelos, caramelos, tengo caramelos"jajajaja muy buena Eze, decicada a lucho y la demogogia/populista! Genial!--
    prosti periodistas, genial!un abrazo!

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